Un banquete con baile, escaleras mecánicas y molinetes con cospel: a 95 años de la inauguración de la innovadora Línea B del subte

La inauguración de la Línea B en 1930 revolucionó el subte porteño con escaleras mecánicas y molinetes con cospel

La llegada de las escaleras mecánicas y los molinetes con monedas marcó un antes y un después en la experiencia de los usuarios del subterráneo porteño. El 17 de octubre de 1930, la ciudad de Buenos Aires fue testigo de la inauguración del primer tramo de la Línea Lacroze, hoy conocida como línea B, que unía Callao y Corrientes con la Estación Federico Lacroze.

Este acontecimiento, además de mejorar el sistema de transporte en la ciudad, llegó acompañado de adelantos técnicos inéditos en la región, como el cierre automático de puertas en los vagones y la posibilidad de cruzar avenidas por debajo de la tierra a través de amplios halls ubicados a más de 8 metros de profundidad.

La escalera mecánica, sugerida por el ingeniero Phillip Massey, se incorporaba para resolver el problema de la gran profundidad de algunas estaciones. Se requería un entrepiso subterráneo para ubicar las boleterías y un nivel más profundo, para el andén y las vías. Desde la calle hasta la boletería se bajaba por una escalera clásica y para llegar a la plataforma se empleaba la escalera mecánica.

De este modo, la Argentina continuaba marcando el liderazgo en materia de transporte. En diciembre de 1913, con la inauguración de la Línea de la Compañía de Tranvías Anglo Argentina (Línea A), que circulaba inicialmente entre la Plaza de Mayo y la plaza 11 de Septiembre (actual Plaza Miserere), se convertía en uno de los primeros 13 países del mundo en contar con trenes subterráneos, y el primero en América latina.

En 1912, la Compañía Lacroze Hermanos había ganado una concesión para construir una línea de subterráneos que debería unir el Correo Central (Buenos Aires) y la intersección de las calles Triunvirato y Elcano, donde se encontraba el entonces Ferrocarril Central de Buenos Aires, actualmente el Ferrocarril General Urquiza.

LLas escaleras mecánicas fueron una gran innovación y  facilitaron el acceso en estaciones clave  (Archivo general de la Nación)

Las obras de la Línea B comenzaron el 6 de septiembre de 1928 en la intersección de Triunvirato y Federico Lacroze, en el barrio de Chacarita. Este punto fue especialmente desafiante, ya que el trazado debía pasar por debajo del entubamiento del arroyo Maldonado.

Tras 22 meses de trabajo, la empresa constructora anunció la apertura de las primeras nueve estaciones, que permitían a los pasajeros acceder a los andenes y cruzar las avenidas Corrientes, Callao y Pueyrredón sin necesidad de salir a la superficie. Toda una novedad para la época.

Sin embargo, uno de los aspectos que más sorprendió a los porteños fue la incorporación de los molinetes, que requerían la introducción de un cospel para ingresar a la estación, mientras que la salida no tenía restricción. El cospel, que se compraba en la boletería, debía insertarse por la ranura. A lo largo de las décadas de vigencia, los empleados del subterráneo solían encontrar monedas, botones, medallas, dijes, chapitas, que insertaban los pasajeros en un intento por engañarlos.

Las locomotoras del subte B estaban equipadas con motores capaces de alcanzar 65 kilómetros por hora, y los vagones, fabricados íntegramente en metal, disponían de puertas automáticas. Este sistema eliminó la tradicional señal de corneta que los guardas utilizaban para indicar al conductor que podía reanudar la marcha. A partir de entonces, el cierre de puertas activaba luces en la cabina, mejorando la seguridad y eficiencia del servicio.

Un banquete junto a los andenes

La inauguración oficial tuvo lugar a las 10 de la mañana del 17 de octubre de 1930 en la estación Callao, donde se congregó una multitud para presenciar el evento. Entre los asistentes se encontraban el presidente de facto José Félix Uriburu, quien había derrocado al gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen el mes anterior, el ministro de Obras Públicas Octavio Pico, el intendente José Guerrico y el presidente de la empresa constructora, Teófilo Lacroze.

La Línea B incorporó puertas automáticas en los vagones y motores de 65 km/h, mejorando la seguridad y eficiencia del servicio

Tras un viaje inaugural de 14 minutos, la comitiva regresó a la estación Pueyrredón, donde se ofreció un servicio de lunch. Por la noche, se organizaron largas mesas en los andenes para un elegante banquete que terminó con un baile cerca de la madrugada.

La expansión de la Línea B continuó rápidamente. El 21 de junio de 1931 se habilitó el segundo tramo, extendiendo el recorrido desde la estación Callao hasta Carlos Pellegrini. El 1 de diciembre de ese mismo año, la línea alcanzó la Avenida Leandro N. Alem, completando un trayecto de 8,94 kilómetros con 12 estaciones. Poco después, el 15 de diciembre, se sumó la decimotercera estación: Florida.

En julio de 1931, durante las excavaciones del tramo donde la calle desciende abruptamente hacia el bajo, en la última estación, los obreros dieron con un enorme colmillo y huesos gigantes. Los medios se apresuraron en decir que se trataba de los restos fósiles de un mamut, pero no estaban en lo cierto. Martín Doello-Jurado, director del Museo Argentino de Ciencias Naturales, explicó que se trataba de un mastodonte, pariente más cercano de los elefantes.

Las innovaciones tecnológicas no se limitaron a los primeros años. Las escaleras mecánicas, instaladas en las estaciones Pasteur, Callao y Pueyrredón, facilitaron el acceso y la circulación de los pasajeros.

En 1934 llegó el turno de la línea C, con el primer recorrido, y tres años más tarde, se abrió el primer tramo de la línea D, que unía en ese momento Catedral y Tribunales.

Décadas más tarde, en agosto de 2003, se incorporaron las estaciones Tronador y Los Incas, y en 2013 se sumaron Echeverría y Juan Manuel de Rosas.

Actualmente, la Línea B está conformada por 17 estaciones distribuidas a lo largo de 11,8 kilómetros, que mantienen el legado de haber sido, en su inauguración, el subte más moderno de América Latina.

¿Te gusto? Compártelo