Delfina Ferro y el momento que cambió todo: análisis de sangre, la sorpresa médica y la reconciliación con el propio cuerpo

Delfina Ferro es una emprendedora e influencer argentina del mundo wellness, reconocida en redes por su enfoque en la alimentación saludable y hábitos de vida consciente. Es fundadora de Diabla, una marca que comercializa suplementos y alimentos funcionales, entre ellos el popular Supergreens.

En los últimos años, Delfi ganó gran visibilidad gracias a su comunidad en Instagram y a campañas virales que la posicionaron como una referente del bienestar. Su interés por la nutrición surgió tras un diagnóstico personal: a los 16 años le detectaron hipotiroidismo, un hecho que ella describe como el punto de partida de su “camino de sanación”, que la llevó a investigar y a desarrollar productos pensados para quienes atraviesan desafíos similares.

A partir de esa experiencia, comenzó a compartir contenido en redes y transformó esa comunidad en un emprendimiento con presencia en tiendas físicas y ventas online. En pocos años, logró convertir su proyecto en una empresa con gran proyección y crecimiento sostenido, pero sobre todo con historia.

Delfina Ferro:

El Diagnóstico de hipotiroidismo y sus consecuencias

Luli: —¿Me podés contar el momento en que te diagnosticaron hipotiroidismo, en qué situación de tu vida estabas y cómo hiciste para arrancar por ese camino de resiliencia?

Delfi: —Yo tuve hipotiroidismo por seis años y me lo diagnosticaron a los 16. Para mí era como una garantía que yo iba a tener en algún momento de mi vida esta enfermedad, porque mi mamá la tenía y mi abuela paterna también. Desde muy chica los médicos me dieron: “En algún momento se dispara porque es genético y lo tenés de los dos lados de tu familia”. Hoy una de cada tres mujeres tienen un problema con la tiroides. Es un diagnóstico, entre comillas, normal.

Luli: —Del que no se habla tanto y que impacta en la físico, pero también en lo emocional. El híper te lleva a estar muy flaquita y el hipotiroidismo, no importa lo que hagas, te lleva a engordar. ¿Es así?

Delfi: —Sí. Es lo más fácil para entenderlo. Yo tenía hipotiroidismo, que tiene un montón de otros síntomas que son muy debilitantes. A mí me impactaba mucho el cansancio. Estás muy cansado todo el día. Yo tenía 18 años y tenía que dormir 14 horas. No tenía fuerza, me costaba mantener una rutina de entrenamiento. Sentís que todo lo que tiene que ver con tu cuerpo cuesta el doble, como si estuvieses sosteniendo una pesa siempre y todo se vuelve pesado. Se siente así. También tenía otro síntoma que es niebla mental. Sentís como una nube en el cerebro. No sé cómo más explicarlo.

Luli: —No te permite tener dinamismo en ningún área de tu vida.

Delfi: —Exacto. No tenés claridad mental. Te cuesta mucho concentrarte. Después hay otros síntomas como la pérdida de pelo… Lo físico es lo que más se nota. Es muy difícil adelgazar… Cuando me lo diagnosticaron había subido ocho kilos en dos meses sin hacer nada. Es un diagnóstico del que se habla poco por esto de que se normalizó y se considera que es algo incurable, pero es tratable. Porque con una pastilla, supuestamente, lo podés regular.

El impacto emocional y la relación con el propio cuerpo

Luli: —Ver los cambios físicos y padecer esos síntomas, sumado a recibir el diagnóstico siendo tan chiquita, debe ser difícil de encarar…

Delfi: —Sí, para mí fue muy difícil. Y también lo que eso desencadena, ¿no? Porque para mí todo este diagnóstico, estos síntomas, me llevaron a tener un sentimiento horrible hacia mi persona. Me era muy difícil quererme porque yo sentía que todos estos síntomas eran cualidades mías. Sentís que sos una persona que no podés cumplir lo que te proponés, que no lo conseguís. Obviamente, impacta cómo te ves, impacta en tu imagen, porque tu cuerpo cambia y no te reconocés. Cualquier esfuerzo que hacés, no conseguís cambios. Es muy frustrante. Fue muy difícil para mí estar en paz conmigo misma. Fueron años en los que yo vivía en guerra conmigo. Es muy difícil desde ese punto de partida construir algo en tu vida. Pero decidí que quería mejorar mis síntomas. Mi búsqueda no era sanar porque creía que no había una posibilidad. Yo quería mejorar cómo me sentía, porque no sentía que podía tener un futuro en mi vida. No me podía imaginar…

Luli: —Qué fuerte lo que estás diciendo.

Delfi: —Sí. De chica siempre decía en chiste con mis amigos, pero en realidad yo me lo creía: “Me voy a morir a los 33”. Me identificaba con esta vida de vivir rápido y con adrenalina. Y claro, si no te estás sintiendo bien hace tantos años… Realmente es muy difícil proyectarte cuando sentís que nada de lo que te propongas lo podés lograr.

Luli: —¿Cómo hiciste ese cambio entre “me voy a morir joven” a “quiero vivir plenamente y llevarme el mundo por delante”?

Delfi: —Hubo un momento en el que empiezo a cambiar mi alimentación con el manotazo del ahogado de decir: “No puedo seguir así. ¿Qué oportunidades tengo de cambio? ¿Qué veo que puedo cambiar para mejorar o para por lo menos intentarlo?”. Quería agotar todas las balas antes de decir: “Me voy a morir a los 33”, que es lo que decía. “¡Ay! Yo como Cristo me muero a los 33”.

Luli: —En definitiva es una pantalla que uno se pone para sobrellevar un diagnóstico difícil.

Delfi: —Es lo que yo agarraba eso como para no caer en una depresión de la que no te podés levantar de la cama. Era una manera de hacer más liviano mi día a día, jodiendo entre mis amigas y mi familia con eso, pero a nadie le causaba risas más que a mí. Yo lo contaba con liviandad, pero en realidad había un trasfondo de eso. Ahí es cuando yo encontré este programa de Medical Medium, de Anthony Williams. Es una historia que de científica no tiene nada, pero él proponía una dieta recontra distinta a lo que yo venía haciendo. Yo venía de la dieta keto y las tres calorías por día y después el atracón. Vivía así. Y él me planteó una manera de comer, de amigarme con el alimento real, que yo nunca había escuchado.

El punto de quiebre: cambio personal y alimentación

Luli: —¿Te acordás cómo diste con este médico?

Delfi: —Una amiga me lo recomendó. Coincidimos en un viaje y ella me habló de este señor. De repente, me empecé a amigar con la fruta, con la papa, con el carbohidrato en sí, porque para mí el carbohidrato era el momento atracón o no existía en mi día a día. Y cuando empecé a sentirme bien haciendo esta dieta, es como se te abren las posibilidades. Ahí me di cuenta que estaba comiendo variado y sentía paz cuando comía sin estar restringiendome. Había un montón de alimentos que no estaba consumiendo y me abrió un montón de caminos porque a la segunda semana me empecé a sentir bien, me empecé a ver bien y a tener más energía.

Luli: —¿Mientras tanto seguías tratando la enfermedad?

Delfi: —Sí, yo siempre medicada. Esto fue fin de 2019. En pandemia, me olvidaba de tomar la pastilla, que a mí no me pasaba nunca porque yo un día no tomaba la levotiroxina y dormía todo el día. Ya todos sabían que si no la tomaba iba dormir una siesta… Pero me empecé a sentir bien y me pareció raro. Cuando me di cuenta, toda una semana no la tomé. Y estábamos en un contexto en el que yo estaba todo el día en mi casa, no tenía una lista eterna de cosas para hacer ni un montón de lugares para ir, entonces podía darme el lujo de olvidarme de tomarla y ver qué onda. Terminé hablando con un médico homeópata. Tenía otra visión de la enfermedad y de lo que yo estaba viviendo. En ese momento ya no la había tomado tres o cuatro semanas y me sentía bien. Él me dijo: “No la tomes por un mes más, veamos cómo te sentís”. No la tomé un mes más. Me dijo: “No la tomes otro mes, veamos cómo te sentís”. Porque yo me sentía bien y a los tres meses sin tomarla me hizo hacer análisis de sangre. Me dijo: “Vamos a regularte desde este punto y ver cómo están tus valores y cuánto te tengo que dar de medicación”, porque cambia siempre el valor de lo que te tienen que dar. Y cuando me hizo los análisis de sangre, todos los valores me dieron bien sin tomar la pastilla por tres meses. Esto del estudio fue la primera vez que yo dije: “Hay una respuesta adentro”. Fue la primera vez que yo me sentí una con mi cuerpo.

Luli: —Te amigaste.

Delfi: —Sí. Y yo venía muy disociada de mi cuerpo. Era como que yo iba por un carril y mi cuerpo por otro. Mi cuerpo era un obstáculo siempre para lo que mi alma quería ser en esta vida. Y creo que esta fue la primera vez en la que me sentí de la mano y que podíamos ir juntos al mismo lugar.

Luli: —A veces somos muy duras con nosotras mismas. Nos parece que fallamos y que somos nosotras las que no estamos a la altura. Y en este caso vos tenías un diagnóstico y era la que te tocaba. Pero mirá la percepción que estabas teniendo de la situación. Es hiperprofundo, ¿no?

Delfi: —Sí. Es algo también que nos enseñan. Yo me acuerdo que de chica quería ser actriz y le había dicho a mi mamá si me podía llevar a un casting. Yo le había rogado que me lleve y me dijo algo como: “Tendrías que adelgazar si querés que te lleve”. Me lo dijo desde el amor porque realmente creo que ella pensó: si yo la llevo así… Porque yo era redondita. No era una persona con sobrepeso de chica, pero tampoco era raquítica, como tal vez eran mis amigas o compañeras del colegio. Y no era una modelo, para el estándar de lo que es una modelo. Yo no era una chica que me podía considerar modelo, pero quería actuar y creo que desde un lugar de amor me lo dijo ella para que no me lo dijeran otros.

Luli: —Creía que te iban a rechazar.

Delfi: —Claro. Para evitarme ese rechazo, me dijo: “Así no podés. Con este cuerpo, no podés”. Y eso es algo que te queda muy fuerte… Tengo 28 años y eso habrá sido cuando tenía 10 o 12 años. Ahora estoy feliz, estoy re en paz con el momento de la vida en el que estoy viviendo. Pero es muy interesante revisar esas memorias que te quedan impregnadas. Yo sé dónde estaba parada, sé cuándo me lo dijo, me lo dijo enfrente de una amiga, sé la vergüenza que me dio. Y es un mensaje que te queda…

La aventura del casamiento y el proyecto compartido

Luli: —El puntapié de tu cambio de vida fue el momento que buscaste ese estudio y de ahí, ¿qué vino después?

Delfi: —Ahí dije: “Se viene el buen capítulo. Acabamos de pasar una página importante”. Me acuerdo que en ese momento yo estaba que sí, que no, con mi novio, que hoy es mi marido, y pude tener una conversación con él donde le dije: “Mirá, estás o no estás”. Me acuerdo del momento que sentí: yo me tengo a mí. Y cuando de repente me tengo a mí y eso es suficientem no necesito a nadie que no esté…

Luli: —Si resta, ahí está la puerta.

Delfi: —Exacto. Y desde ese momento creo que los dos nos entendimos que esto es un proyecto a largo plazo y el camino para mí fue re importante. En este otro capítulo de mi vida, no estaba dispuesta a resignar nada de mis deseos. Tengo en claro lo que quiero, lo que necesito y lo que no quiero rescindir. Y fue importante también en mi vínculo que se entienda: esta es la vida que yo quiero, así me imagino mi vida profesional, mi vida familiar. Estas son las cosas importantes para mí. Habían pasado años que no pude disfrutar, en los que me pasaron cosas increíbles que no pude disfrutar por la enfermedad que estaba padeciendo, así que ahora no negocio nada. Estos son mis no negociables. Es una lista larga y esta visión, estas metas que tengo, están bárbaras si te querés subir, pero si vos no te ves en esta y lo vas a hacer por mí, no por vos, no lo hagas porque no la vas a pasar bien. Es lo que vas acordando y entendés qué es lo importante para uno, qué es lo importante para el otro y decidís si estás para acompañar o no.

Luli: —¿Cómo surgió la propuesta de casamiento?

Delfi: —La primer persona a la que él le cuenta o le pregunta es a mi abuela. Yo me entero todo esto postpropuesta. Después se junta con mis papás, con mis hermanos. Y todo esto por él. Yo nunca…

Luli: —¿Y a vos nadie te contaba nada?

Delfi: —No, nada. Yo ya sabía, igual. Nosotras sabemos. No sabía cuándo iba a pasar, pero sabía porque es algo que se habla. No surge de la nada. Nosotros teníamos hablado que estábamos listos, la idea de lo que queríamos. Pero no teníamos claro cuándo…

Luli: —¿Y el momento de la propuesta?

Delfi: —Él se puso a diseñar el anillo seis meses antes de proponerme…

Luli: —¡Es lo más!

Delfi: —Sí, él es muy organizado.

Luli: —¿Dónde fue la propuesta y la boda?

Delfi: —Me lo propuso en Grecia, que es donde nos terminamos casando. Fue en 2024 y nos casamos un año después en 2025.

Luli: —¿Por qué decidiste guardar la noticia?

Delfi: —Yo conté bastante mi proceso en TikTok. En Instagram mostré los vestidos de casamiento que no elegí, pero en TikTok creo que es como un poco el detrás de escena donde conté un poco más. Yo decía: “No se casen. Esto es un bodrio y no la estoy pasando bien” (risas) porque fue mucha organización y muy estresante. Nosotros anunciamos que nos casábamos y fue un año que pasó de todo. No lo hice en un año tranquilo de mi vida. Se desató el año con más proyectos de mi vida y fue estresante. Además, planear un casamiento, en otro país, con muchos detalles y de tres días… Es un estrés.

El nacimiento de Diabla y su filosofía

Luli: —Y en toda esta etapa, alineada a esta nueva filosofía, se potencia tu proyecto que tiene un nombre particular. Contame por qué lo elegiste.

Delfi: — Bueno, Diabla es mi marca de alimentos y suplementos. Creo que la búsqueda, con el nombre y con la marca también, fue romper con lo que se espera de una marca saludable. Yo viví cuatro años en Estados Unidos, hice mi carrera de universidad allá, y soy muy consumista, la verdad. A mí me gusta que me vendan una historia a la hora de consumir un producto, y eso es algo que los americanos hacen muy bien.

Luli: —¿Qué diferencias viste en Argentina respecto a esos productos con los que conectaste afuera?

Delfi: — Lo que veía de las historias de marcas en Argentina, cuando empezaba a buscar en góndola productos afines al estilo de vida que estaba buscando tener, más saludable, con más conciencia en los ingredientes y demás, era lo más aburrido. La hojita verde, el packaging más tranqui, con la letra borrosa… Nada aspiracional, nada divertido. Y lo más divertido siempre era la caja de cereal, el chocolate con el muñequito… Pero el producto, en general, no era bueno para el cuerpo. Pero toda la experiencia era una emoción, eran sentimientos positivos. Yo quise juntar esos dos mundos.

Delfina fue diagnosticada a los 16 años y enfrentó síntomas como cansancio extremo, aumento de peso y falta de claridad mental

Luli: —¿Y cómo fuiste armando el concepto de la marca y los productos?

Delfi: —Me pregunté cuáles eran los productos que yo veía que me faltan a mí desde mi necesidad de todos los días para poder vivir una vida moderna de ir a trabajar, juntarme con amigos, tomarme un café y no tener que estar atada a mi cocina geminando legumbres. ¿Cuál es la oferta que encuentro y cuáles son los productos que podría crear para suplir esta necesidad? Y ahí sale el concepto de los productos. Después sale cómo contamos la historia de estos productos bajo la marca Diabla y crearla desde un lugar que la gente pueda ser aliada, se pueda sentir parte, que tenga una historia…

Luli: —Lograste ese sentido de comunidad.

Delfi: —Sí, crear comunidad y que sea una experiencia más allá del producto. De hecho hoy pasa un montón que se volvió viral un trend de la gente que recibe la bolsa de nuestro e-commerce, que es rosa y tiene unos fueguitos. Hacen unboxing del un suplemento Super Greens, que es nuestro producto más popular y no es un suplemento rico, es de los más ricos en el mundo de suplementos, pero no deja de ser un suplemento que no es como tomarte una coquita light con limón y hielo. Y eso es lo que hicimos viral de alguna manera, ¿no? Un producto que tiene como fin hacerte sentir bien. Y yo sé que te puede hacer sentir bien ese producto porque sé los ingredientes que tiene y cómo estuvo pensado y el desarrollo…

Desafíos y cultura de trabajo en Diabla

Luli: —¿Y cuán complejo fue meterte en toda esa industria?

Delfi: —Muy. Desde la idea hasta que lanzamos el primer producto, fueron tres años y dos meses, ponele. Y en el medio hubo dos años de desarrollo y un año de búsqueda. Yo en ese momento creo que tenía 23 años. Y dije: “Tengo esta idea buenísima”. Pero era como andá a pedírsela a Dios (risas). Hablé con un montón de gente, empecé en Instagram subiendo recetas y pensaba qué puedo hacer con lo que tengo. Lo hacía muy estético, le di mucha vuelta también a la comunicación desde el principio, abrí mis redes para esto y después fue hablar con cuánta persona pudiera para contarles la búsqueda en la que estaba. De hablar con unos y otros, me fueron recomendando personas y terminé llegando a consultoras que eran ingenieras en alimentos y se acaban de abrir una consultora que después cerró. O sea fue en la ventana justa de tiempo que tenía que ser y ellas me ayudaron a desarrollar estos productos.

Luli: —¿Cuánto sentís que de tu historia personal, de búsqueda, de frustraciones, de resiliencia, pudiste trasladar al desarrollo de tu proyecto?

Delfi: —Creo que es un reflejo directo en Diabla la búsqueda personal que yo tuve. Y no solo cómo se vive Diabla como marca al consumidor, también cómo se vive como equipo adentro de nuestra empresa. Porque si bien es un proyecto mío, yo soy la dueña, hoy somos 18 personas que trabajamos en la marca y es un poco de todos. Es producto de un equipo que trabaja con una misma visión y con la camiseta bien puesta. Pero también con la historia bien contada y ellos la pueden salir a transmitir de la misma manera. Creo que en Diabla se genera una cultura de trabajo re linda. Hay un montón de desafíos, de aprendizajes diarios. Pero se siente que todos están trabajando por lo mismo y hay alegría en la oficina.

Luli: —Si pudieses tomarte un mate con la Delfi de hace 10 años atrás, la que decía: “Yo me voy a morir a los 33” ¿Qué le dirías?

Delfi: —Sin salud no hay nada. No hay 33 sin salud. Y si hay 33, no la vas a pasar bien. Le diría no te quedes con la primera respuesta, buscá qué es lo mejor para vos. Porque esa versión mía la tomaba como la verdad absoluta. Le diría que busque otro camino. Si no resuena con vos esa respuesta, hay otra versión, hay otra manera. Y le diría que no sea tan dura con ella misma, que al fin del día estamos para disfrutar, que las cosas importantes de la vida las tiene y que esos son los años para que todo no sea todo tan dramático, ¿no? Para poder disfrutarlo con liviandad.

Luli: —Cuando pudiste ver todo esto, que claramente en ese momento no lo veías, ¿te reprochaste algo? ¿Te enojaste con vos?

Delfi: —¡U! Sí. Yo soy muy culposa, es algo que estoy trabajando. Pero me da mucha culpa no haber podido aprovechar todo al máximo, me da culpa esto de haber desperdiciado un montón de oportunidades, que no estuve a la altura porque no estaba yo presente conmigo y fue un trabajo largo decir: “Tengo que dejar ir esa culpa” que creo que todos cargamos. Somos una sociedad con mucha culpa, la culpa cristiana que tenemos todos los días de no haber hecho, de haber dicho o de no haber dicho. Y hoy creo que me puedo liberar de eso también, por lo conectada que estoy con mi vida de hoy y lo que me gusta. La felicidad y la plenitud que tengo en mi vida de hoy, de alguna manera me hace tener que agradecer la versión que fui hace 10 años.

Luli: — Si pudieses sacarle una foto a un momento de tu vida, el que sea, para volver a ese lugar y vivirlo, ¿cuál sería?

Delfi: —Y a un mes de haberme casado, volvería ahí. Volvería al momento de estar con la persona que más amo en el mundo, que es mi marido, mi familia, mis amigos más íntimos, en un lugar increíble, con una energía hermosa, porque estábamos todos ahí para pasarla bien. Y por suerte pude tener esos momentos todos los días de frenar y decir: “¡Wow! Este es el momento que voy a recordar el resto de mi vida y el que seguramente voy a querer volver a vivir mil veces”.

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